Vas a volver?

Depende, cuando vimos juntos la ciudad

arriba de las grúas del muelle parecía una buena idea no volver más

Quedarse esperando a que el tiempo pasara más rápido en la media de las circunstancias

y de las ganas que teníamos de quedarnos

Ahora cerraron el mulle, seguramente una nueva fiesta que decide dejarlos sin paso

Yo me quedé sin casa hace tiempo,sabes?

Se cayó con el último terremoto

Cuando llegué a verla

pasé horas entumiéndome esperando a que aparecieras

te vi caminando

y como de costumbre

no me quedó más remedio que seguirte


hora que te veo de cerca

me muero de frío

y en blanco.

Y LA LUNA Y LAS ESTRELLAS Y EL MUNDO


largas caminatas
nocturnasson buenas
para el
alma:
viendo furtivamente a través de las ventanas
mirando extenuadas
amas de casa
intentando escabullirse
de sus frenéticamente encervezados
maridos

LA SUERTE NO ERA DAMA PARA MÍ

siendo medianamente joven me sentaba en los bares
poniéndome hasta las orejas
pensando en algo que pudiera
sucederme, quiero decir, intentaba con las damas:
“oye, muñeca, escucha, los vendedores ambulantes
lloran por tu belleza…”
o algo así.
ellas nunca volteaban, miraban hacia el
frente, justo hacia el frente,
aburridas.
“oye, muñeca, escucha, soy un
genio, ja, ja…”
calladas frente al espejo del bar, estasmágicas criaturas, estas sirenas secretas,
de grandes piernas, estallando desde sus
vestidos, usando brillantes tacones como
dagas, pendientes, bocas de fresa,
sentadas ahí, sentadas ahí,
sentadas ahí.
una de ellas me dijo: “me
aburres.”
“no, muñeca, estás
atrasada…”
“oh, cállate…”
entonces entraba el galán, algún tipo
pulcro con traje, bigote de lápiz, corbata de moño;
delgado, ligero, musical, delicado
y tan sabihondo
y todas las damas comenzaban a llamarlo
por su nombre: “oh, Murray, Murray”
o algo así.
“qué tal, muchachas!”siempre supe que podía derribar a uno de esos
jodidos pero eso difícilmente hubiese tenido relevancia
entre la suma total de cosas,
las damas simplemente se reunían alrededor de Murray
(o algo así) y continuaban ordenando
bebidas,
compartiendo la música de la sinfonola
y escuchando la risa de sus
bromas privadas
que yo difícilmente
podía
oír.
yo me preguntaba cuántas cosas maravillosas
me estaba perdiendo, el secreto de la
magia, algo que ellos conocían,
y me sentí otra vez como el idiota en el
patio de la escuela, a veces un hombre nunca sale
de ahí -queda marcado, uno se da cuenta con un
simple vistazo
y así
me excluían,
“soy el rostro perdido de
Jano,” (*) pude haber dicho en algún
momento de silencio.
para ser,
por supuestoignorado.
ellos enfilaban
hacia sus carros en el estacionamiento trasero
fumando
riendo
para alejarse
hacia una consumada
victoria eterna
dejándome
para seguir bebiendo
yo solo
sentado ahí
con el rostro del
cantinero cerca del
mío:
“ÚLTIMA RONDA!”
su carnoso rostro indiferente
de pacotilla bajo la luz
barata
después de mi último trago
salía hacia mi carro de diez años de edad
junto a la banqueta
subía
y manejaba siempre cuidadosamente
hacia mi cuarto
de alquiler
recordando el patio de la escuelade nuevo,
durante el recreo,
me escogían al último
para el juego de beisbol,
el mismo sol brillando sobre mí
igual que sobre ellos,
luego oscurecía,
la mayoría de la gente del mundo
reunida;
mi cigarrillo colgante,
y yo escuchaba el sonido
del motor.

(*) N. del T. Jano. Dios de dos caras que veía el pasado y el porvenir

Charles Bukowski

Hay un camino que me vengo conociendo de memoria desde hace tiempo, la última vez creímos que de solo acercarnos nos quebrarían piernas y brazos. Entramos a las galerías de los trenes quemados, no salió ninguna fotografía, pero quedamos con las manos manchadas de cal.
Esta ciudad se porfía, yo me estoy yendo desde hace años, como cuando caminaba por av. argentina y me quedaba mirando todos los soldados de plástico para corresponderte en distancia.
Ahora se nos ocurrió hacer lecturas de poesías en el único tren en el mundo en donde las muñecas se cocinan, y en donde es mejor entrar cuando no hay nadie, cuando el dueño no está cantando, y sentarnos en el techo a mirar por última vez el baile monótono de los bañistas.




Poesía de Priscilla Cajales
PRESENTACIÓN DE “TERMITAS”
La Calabaza del Diablo, 2009

Por Patricia Espinosa



Termitas es el primer poemario de Priscilla Cajales, volumen y debut tremendamente auspicioso, donde predomina un aire enrarecido, de habitación sellada, de un calor asfixiante, de un televisor que no deja de transmitir y donde la soledad se vuelve repetitiva. Y la ciudad, se cae a pedazos, solo quedan restos, una ciudad que se olvida a sí misma, donde no hay a donde ir, mientras solo permanece el aroma putrefacto de los cadáveres.

La voz poética, da cuenta del poder, de una violencia designada como "feroz". Cada escena hace aparecer al desamparo asimilado con el cuerpo, al igual que el reconocimiento de un poder diseminado pero que no deja de vigilar. Aún así, hay lugares donde "no llega la policía". La escritura de Cajales configura un territorio de violencia y cuerpos que tiene tatuada tal violencia: "y sobre los muslos sangre/ y sobre la carne más sangre/ y más carne/ y el ruido del asma/ nuevamente". Es el cuerpo quien acusa el golpe, pero un cuerpo herido, el propio, y el que llega mediante la imagen del televisor, donde la muerte se ha convertido en imagen pero no por ello menos perturbadora.

Un punto importante de destacar en esta poesía, es la configuración de un origen mítico atravesado por lo impuro: "no éramos los más bellos/ sí los más felices y valientes/ arrojados a lo intempestivo/ de una muerte prematura/ como la certeza del fin", para luego agregar: "nada/ podría detenernos en ese tiempo/ ni la vergüenza, ni la mentira, ni el sufrimiento/ pero la poca belleza que poseíamos en ese entonces/ no fue suficiente/la valentía se acabó con el tiempo y vino el miedo/ el frío/ y el más completo de los silencios".

La escritura de Cajales se inclina a lo hiperreal, al gesto de todos los días, al detalle que da cuenta del desgaste, de la descomposición que marca los cuerpos. Así dice: "las manos en la cara/ y un cigarrillo a medio encender/ así se envejece- pensó", "labios salivados y carnosos/ una muela que ya no existe y que sigue doliendo". Una y otra vez, el cuerpo que se deteriora, el cuerpo que se hace trizas, el cuerpo inscrito políticamente, como señala en el poema "Táctil": "las mejores piernas del pasaje se echaron a perder rápidamente/ gracias a la andada en micro de todos los días/el pisoteo y los zapatos baratos".

La figura de la trabajadora resulta un eje temático destacable en esta poesía que privilegia a una mujer inserta en un aparato de producción que la carcome.

Sin duda, uno de los poemas más destacables de este volumen es "Lorca" en torno a: "un muchacho ciego/ que trabaja en una fábrica de plásticos en Av.Matta […] bello/como los chicos de Santa Rosa del recorrido/ hasta el paradero 6 de esta larga avenida/Lorca no se baja nunca/ este recorrido a casa termina/ cuando la calle pierde su nombre".

Cajales escenifica el barrio, la periferia urbana, mediante acercamientos casi cinematográficos, usando la técnica del plano detalle donde aborda en su máxima expresión a seres mínimos pero potentes, gestos y escenas menores como el calor y un grifo, la euforia de un viaje a "la fuente alemana de Plaza Italia/ en donde solíamos veranear/ en aquellos días".

Una estética de lo menor orientada a detallar gestos, vidas, imágenes de resistencia cotidiana, desde una palabra desprovista de adornos, directa, íntima y cercana.








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